lunes, 25 de mayo de 2009

ANALISIS PRACTICO DE LA MANO

Ahora tiene ya una base conceptual completa de la esencia del análisis de la mano. En los capítulos siguientes examinaremos los aspectos más prácticos, los modos de llevar a cabo la lectura de manos y la toma de sus huellas.

Cómo leer las manos

Leer la mano de otra persona es un asunto muy serio que implica una tremenda responsabilidad. Dicho simplemente, significa que una persona permita a otra estudiar una parte de su cuerpo para que se pronuncie sobre cuestiones muy personales y sensibles. En un sentido, el análisis de la mano puede compararse con la lectura de diarios o cartas privadas de otra persona. Por este motivo, el palmólogo es responsable de lo que se dice, y del modo en que se expresa, durante una consulta.

La intención subyacente del palmólogo es de suprema importancia. El análisis de la mano no se debe utilizar nunca para impresionar o seducir o para obtener poder o control sobre la vida de otra persona. Hay que esforzarse por ser lo más objetivo posible, al tiempo que se mantiene un estrecho contacto con la otra persona durante la lectura. La honestidad es un componente esencial de toda lectura de manos, pero hay que expresar toda observación y sugerencia de modo que sea verdadera, amable y no implique un juicio. Si lo que hemos de decir no satisface esos tres requerimientos, es mejor no decir nada.

Al mismo tiempo, hemos de evitar la tendencia a centrarnos sólo en los aspectos positivos de la mano. Aunque hemos de ayudar al individuo a ser consciente de sus talentos y habilidades, no le hacemos ningún favor si ocultamos los aspectos negativos o las áreas de conflicto de su vida.

Con esta cuestión está estrechamente relacionado el tiempo. En ciertas situaciones no es apropiado revelar información, especialmente si pensamos que podría causar un dolor innecesario o que esa persona no es capaz de enfrentarse a ese problema o cuestión.

Aunque nuestro objetivo primordial sea ayudar a los que acuden a consultarnos, es importante entender que, como lectores de manos, no estamos practicando una terapia. Una terapia es un proceso regular y continuado para el cambio psicológico profundo del individuo, y sólo debe ser realizada por un psicoterapeuta cualificado. El aconsejar, en cambio, es relativamente breve y suele relacionarse con áreas específicas de interés, como la salud, la profesión o las relaciones. Aunque la tarea de leer las manos suele implicar algún nivel de consejo, no es ése nuestro objetivo principal. Nuestra tarea primordial es más bien educativa, e implica una sola consulta en la que simplemente se comparte información. La persona que recibe la información quiere que se le hable de ella con el objetivo de aumentar su autoconocimiento y su bienestar personal. Aunque a menudo es posible que una consulta haga al individuo buscar consejo o terapia, no es ésa la tarea principal del lector. Este es el motivo de que muchos quirólogos desaconsejen las consultar frecuentes (usualmente las limitan a una o dos al año), remitiendo al «cliente» a un consejero apropiado, terapeuta o profesional de la salud, según sea el caso.

Una de las lecciones más difíciles del lector de manos es, posiblemente, el interesarse personalmente por el cliente sin olvidar que es el responsable de su propia vida. Sin embargó, cuando se exponen y discuten las cuestiones más importantes de la vida, nunca debemos dejar pendiente al cliente, sino que hemos de tratar de conducirlo hacia el «siguiente paso» siempre que nos resulte posible. Como dice Stephen Arroyo en su excelente sitio, Astrology, Psychology and the Four Elements:

Hay que comprender que sería de poco valor dar consejo sin proporcionar al mismo tiempo los medios de un entendimiento más profundo, pues cada persona debe hacer su trabajo y, por medio de su experiencia, debe llegar a una conciencia superior que le permita crecer o trascender la dificultad.

Además del posible envío a un consejero o terapeuta, el proceso puede incluir el provocar reacciones y preguntas, para que el cliente adopte un papel más activo en la lectura, y no sea simplemente un oyente pasivo. Esta participación incluye también el que busque soluciones por sí mismo. Con mucha frecuencia en un nivel profundo conocemos las soluciones a nuestros problemas, pero nos hemos acostumbrado a evitarlas y a que alguien nos proporcione la solución.

El respeto a la intimidad es a menudo desestimado por los lectores de manos. Personalmente prefiero leer las manos de un cliente a solas en un lugar tranquilo, sin que haya una tercera persona mirando y haciendo preguntas. No pongo objeciones a la utilización de una grabadora, aunque su presencia suele hacer que el cliente preste menos atención a la lectura. Nunca discuto una lectura con otros; cuando estoy leyendo la mano de alguien, es una tarea de ambos, pero en cuanto termina la consulta la información discutida deja de ser asunto mío.

TéCNICA

No existe un método o técnica para la lectura de manos. Aunque estimulo a cada lector a que elabore el método que mejor le va, el siguiente procedimiento general puede serle de utilidad.

Preparación

Antes de leer la mano de otra persona, trate de tomar conciencia del privilegio y la responsabilidad que ello implica. La meditación y la oración son útiles para «anclarse» en su «núcleo» o ser superior, entrando en un contacto más estrecho con su intuición.

Antes de mirar las manos de la persona, pregúntele si le han hecho una lectura anteriormente. Señálese que las manos muestran tendencia, no hechos concretos necesariamente, y que las líneas pueden cambiar en cuestión de semanas. Yo suelo mencionar que conozco a personas muy ancianas con líneas de la vida muy cortas, así como a jóvenes de largas líneas de la vida que han muerto pronto en accidentes.

Pregunte la edad de la persona y averigüe si es zurda o diestra. Explíquele que la mano pasiva es más bien el almacén del potencial, mientras la activa expresa más claramente lo que estamos haciendo con ese potencial.

Mirar las manos

Sentado enfrente del cliente, tómele las manos entre las suyas y •mírelas. Cierre los ojos un momento y piense una oración para ayudarse a centrarse y hacerlo lo mejor posible. Yo prefiero el simple «así será», y un amigo prefiere orar: «Que todo lo que pueda decirle sea para su máximo bien y para el máximo bien de todo lo concernido.» Esta momentánea concentración espiritual no debe ser tan evidente que sea observada por la persona a la que le va a leer las manos; debe dar la impresión de que simplemente está poniendo en orden sus pensamientos antes de comenzar la lectura.

Examine cuidadosamente ambas manos. Observe el tamaño, la forma la textura de la piel y la flexibilidad. Observe las posiciones y la longitud de los dedos, teniendo en cuenta los tipos de mano básicos. No tenga miedo de tocar, doblar y oprimir suavemente la mano al examinarla.

Mire los dedos cuidadosamente, observando especialmente su tamaño, flexibilidad, forma y contorno. ¿Hay alguno doblado? ¿Cuáles son los predominantes y cuáles los débiles? ¿Cómo están situados en la mano?

Dé la vuelta a las manos y observe las uñas, pidiendo al cliente que tenga las manos bien abiertas. Compruebe los nudillos y la posición relativa de los dedos entre ellos y con respecto a la mano como totalidad.

Vuelva a dar la vuelta a las manos y examine los montes. Pase un dedo por cada monte para juzgar su fuerza relativa. Observe cualquier marca especial en los montes, como cuadrados, cruces y enrejados.

Examine las líneas, observando cuidadosamente su fuerza, claridad y longitud. ¿Dónde empiezan y dónde terminan? ¿Hay rupturas, puntos o islas sobre ellas? ¿Hay ramas o cambios de color? ¿Qué diferencias hay entre las líneas de cada mano?

Tras haber examinado las manos unos minutos, tendrá una idea básica de quién es la persona a la que está haciendo la lectura. En ese momento tome la mano activa y empiece a leer, pasando a la pasiva para confirmar o contrastar los rasgos. Empiece la lectura por el punto que considera más apropiado. Con algunas personas decidirá tratar inmediatamente las cuestiones de salud, con otras empezará con observaciones sobre el carácter o la profesión. Utilice su juicio.

Prosiga la lectura, asegurándose de cubrir todas las áreas de interés, incluyendo la salud, historia de la vida, inteligencia, características emocionales, profesión, viajes, relaciones y otros aspectos como la creatividad y la espiritualidad. Proceda lentamente, abierto siempre a los mensajes intuitivos de su subconsciente. Mire frecuentemente a los ojos del cliente. Quizá desee hacerle preguntas durante la lectura o al finalizar la lectura.

Procure tener en su mente las siguientes preguntas, preguntándose a sí mismo si las ha tratado:

• ¿Qué es lo que está buscando realmente esta persona?

• ¿Qué está dispuesta a oír?

• ¿Es apropiado para ella, en este momento, lo que le estoy diciendo?

• ¿Cuál es el mejor enfoque para ayudar a esta persona a desarrollar su sentido de iniciativa, responsabilidad y participación en la vida?

• ¿Toca esta lectura cuestiones sensibles para mí que pueden afectar a la lectura y a mi objetividad?

• ¿Estoy siendo claro y comprensible?

Al terminar la lectura, la gente suele hacer preguntas como éstas: «¿Me casaré (o divorciaré)?», «¿Cuántos hijos voy a tener?», y la clásica: «¿Cuándo me voy a morir?» Como las manos muestran posibilidades, y por tanto pueden cambiar, aclare bien que cualquier predicción específica no es más que una pura conjetura. Como ya dijimos antes, nunca debe predecir el momento de la muerte.

Si se practica con cuidado, sensibilidad y humildad, el análisis de la mano puede ser una fuente inagotable de aventura, aprendizaje e inspiración. Al ayudar a otros a aumentar su autoconocimiento, invariablemente profundizamos el nuestro. Ayudando a otros a «quitar las piedras del camino», abrimos nuestro canal de compasión y de servicio.

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